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Marou Rivero y Lulu Biaus. Superación y aprendizaje en el norte argentino.

Trophée Roses des Andes es un evento reconocido a novel mundial por su nivel de aventura y solidaridad que se llevó a cabo del 21 de abril al 3 de mayo y del que participaron 60 mujeres de distintas nacionalidades, entre ellas francesas, canadienses y argentinas. 

El rally, exclusivamente femenino, fue elaborado en la más pura tradición de los rally-raids africanos. Un recorrido por las tierras legendarias de Argentina: la Ruta 40, la Cordillera de los Andes, los paisajes de Salta y Jujuy con muchas curiosidades: los valles Calchaquies, el parque de los Cardones, los viñedos de Cafayate, el Altiplano, las Salinas Grandes, el Volcán Licancabur, Solar Grande o el Ojo del Mar.

El Trophée Roses des Andes es una carrera de orientación de 2.500km, que se corre en duplas, a bordo de una 4×4. El objetivo es realizar la etapa del día con ayuda de un Road-book, de un mapa y de una brújula respetando los diferentes puntos de control, recorriendo la menor cantidad de kilómetros posible.  El espíritu es de aventura, no hay noción de velocidad.  Por la noche, los equipos arman sus carpas y se reúnen a compartir experiencias. El rally consta de 5 etapas, una de ellas llamada “maratón”, que tiene una duración de dos días durante los cuales las competidoras acampan en total autonomía. La regla para todas las participantes es respetar el medio ambiente tomando, por ejemplo, pistas ya existentes, y además se recomienda que conduzcan “suavemente”, y a una velocidad constante, con el fin de limitar el consumo de nafta y así las emisiones de CO2. El evento se destaca además por el perfil emprendedor de sus corredores internacionales, que suelen autogestionarse el proyecto de correr el rally, a través de la búsqueda de sponsors, proyectos comerciales, universitarios, etc.

Cabe destacar el costado solidario del rally. Cada año, las participantes realizan donaciones financieras para la Fundación local “Equinoterapia del Azul” de Salta. El último día se organiza un encuentro con niños argentinos en situación de discapacidad (motriz, sensorial y física) que asisten a la Fundación. A través del vínculo creado por Laetitia Chevallier, presidenta de la asociación francesa “Enfants du Désert” y colaboradora de Désertours desde hace numerosos años, las donaciones que se recogieron durante las diferentes ediciones del Trophée Roses des Andes (que superan los 100 mil euros) han permitido financiar el cambio de la pista, unir tres terapeutas más al equipo médico y sumar 3 caballos, además de la financiación de los gastos alimentarios y médicos de los 9 caballos. También se construyeron 2 aulas para el Centro de día, un edificio para desarrollar otras terapias y se financiaron varios talleres, entre otras cosas.

Este año Marou Rivero y Lulú Biaus se animaron al desafío y fueron protagonistas.  

Cuéntenme un poco cómo surge la posibilidad de ser parte de este rally 100% femenino ¿Conocían esta movida ya? ¿Cómo les llega la posibilidad de ser parte?

Marou: Hace tres años me invitaron a mí para cubrirla como periodista. Te llevaban hasta la etapa de San Antonio de los Cobres y ahí vivías un poco de qué se trata, pero adentro de una camioneta con el equipo de prensa. El año pasado volvieron a preguntarme si lo quería hacer y dije «¿con quién hago esta aventura?» y pensé, «lo tengo que hacer con Lulú, es una aventura para vainilla y chocolate». El grupo de Trofeo de Rosas viene todos los años en noviembre a hacer la presentación a la prensa, de qué se trata, cómo es. Es un trofeo que siempre estuvo muy direccionado hacia Europa. Se presentó acá con el apoyo del Gobierno de Salta y de Jujuy, de distintas provincias e incluso de Nación, pero siempre eligieron la comunicación hacia afuera. Un poco lo que querían hacer este año era empezar a hablar del rally en Argentina para que se conozca cómo es la dinámica.

Lulú: En Europa ya conocen el rally, pero es en nuestro país y la gente no se entera, capaz sale en algún foro automovilístico, pero las mujeres no tienen esa información.

Marou: Entonces, le dije a Lulu, y empezamos a tener reuniones con todo el equipo. Nosotras estamos acostumbradas a viajar, a contar experiencias, pero esto era una competencia. Era tratar de entrar en ese modo, cómo se van a llamar, este va a ser el equipo, esto lo que necesitan sí o sí. Fue tomar conciencia de qué es lo que estábamos por hacer. Así llegó la invitación, primero como invitación de prensa, pero no podíamos solamente verlo.

Lulú: No era suficiente.

En ese momento, cuando empiezan a tener conciencia de lo que significaba, antes de animarse finalmente ¿se pusieron a pensar en lo complicado que podía llegar a ser?

Lulú: a los periodistas los llevan hasta la mitad de la competencia y después viene la parte más hostil, hay que dormir en lugares que no están tan preparados, la competencia se pone más compleja, estas más en la altura.

Marou: si, los terrenos que pasas.

Lulú: Nosotras somos aventureras las dos, nos entusiasmó la experiencia y el pensar en los paisajes, que íbamos a estar en lugares donde nadie más va a estar, fue un sí rotundo. Antes que nada dijimos sí. Después empezamos a instruirnos, a averiguar, pero la seguridad e inconsciencia que nos caracteriza nos hizo decir: «Vamos».

¿Cómo fue la preparación? ¿Qué necesitaban en términos de sponsors? Más allá de la camioneta que contaban con Chevrolet.

Marou: Vimos imágenes increíbles y que las mujeres que hacían esta competencia tenían testimonios muy fuertes, que es lo que nos pasa ahora a nosotros porque realmente te atraviesa lo que haces y tenes que vivirlo 100%. Lo que nos pasó a nosotras, a diferencia de las competidoras, es que como es una carrera cara y no es una decisión de un día para el otro en Argentina, mucha gente está dos años consiguiendo sponsors. Por eso, las camionetas están super ploteadas, publicidad de todos lados y casi todos consiguen en sus pueblos o ciudades, desde el supermercado al tipo que arregla los autos. Ahí tenes un poco más de conciencia desde el principio. Nosotras conseguimos un montón de cosas nosotras mismas y tuvimos ese trabajo de búsqueda de sponsors. La camioneta que la consiguió Lulú porque tiene un vínculo con Chevrolet. Ella hizo una clase de arena en el verano, yo aprendí la brújula una semana antes. Otro ejemplo, la carpa donde íbamos a dormir todas las noches, encontrar nuestros aliados en lo que hacemos cotidianamente.

Lulú: Aparte entendimos que aunque nos estén invitando, al ser una competencia, estábamos en un híbrido entre ser parte de prensa, porque teníamos que contar la experiencia, pero al mismo tiempo tomamos la responsabilidad de participar. Eso nos hizo formar equipo como cualquier otro equipo. Teníamos cubiertas las cosas que todas las chicas de la competencia tenían cubiertas como la cena, la capacitación y lo que cubre el rally, y todo lo demás lo teníamos que conseguir como cualquier otra competidora. Ahí ya entró la conciencia de que no es una invitación a algo, sino que es a competir, nos tenemos que comportar como tal. Estábamos acostumbradas a que si vas como prensa, como comunicadora, la gente que te invita te soluciona las cosas y en este caso no nos podían solucionar a nosotras y a las demás no porque íbamos a competir.

Desde el punto de vista físico ¿Cómo se sintieron?

Marou: Lulú entrena y yo también, cada una su ejercicio cotidiano. Nunca nos dio miedo eso a nivel físico, sí la altura, pero hicimos investigaciones previas. En la competencia había un médico que hizo todas las etapas con nosotros que antes te hacía una entrevista y te contaba un poco de qué se trataba la altura, qué le iba a pasar a tu cuerpo, si querías tomar algo natural o algún fármaco, lo resolvimos re bien.

Lulú: Nosotras ya sabíamos lo que queríamos tomar porque ya habíamos averiguado por el tema de no apunarse. Aparte tenes que hacerte un chequeo médico para ir. Yo me apuné bastante porque estás muy alto y con adrenalina. Una amiga nos dijo era como un retiro espiritual, y la verdad que no porque no estás relajadísima contemplando.

Marou: Nunca estás sola porque tenes los botones donde podes apretar si te pasa algo físico o algo en la camioneta pero tenes esa sensación de que tenes que resolverlo sola porque te penalizan. Era como no me voy a quedar en la arena porque tengo que apretar el botón para que me vengan a buscar, es a las chapas en la arena y sintiendo que la camioneta se puede quedar en cualquier momento y a 4000 metros de altura. No era un retiro espiritual.

Lulú: Como equipo nos pusimos de acuerdo en que yo iba a manejar y Marou iba a manejar la brújula y la hoja de ruta. Yo manejo bastante y en terreno barro, campo, sierra desde chica, me divierte pero sabía que había un terreno que me daba mucho miedo.

La arena blanda.

Lulú: Por la incertidumbre sobre todo. La arena no la controlás y hay mucha incertidumbre porque el auto se mueve solo. Tuve una capacitación en el verano, fui a un evento de Chevrolet y aproveché la oportunidad para sacarme todas las dudas. Eso me hizo un poco entrar en competencia. Empecé a manejar la camioneta que íbamos a manejar en el rally.

La camioneta que les dieron ¿la prepararon para el rally?

Lulú: En este caso era una camioneta Chevrolet. Estábamos re bien equipadas, no necesitaba nada. Tuvimos que mandar toda la información de la camioneta para ver si la aprobaban y nos dijeron que sí inmediatamente. Me sentía muy segura en la camioneta y eso me hizo empoderarme mucho más a la hora de manejar terrenos que nunca había manejado.

Recién comentaban que se complementaban, una manejaba y la otra era guía de ruta ¿Cómo era el vínculo entre ustedes en esos momentos donde habría situaciones más difíciles que otras? ¿Cómo lo iban llevando? ¿Qué es lo que más les divirtió y lo que más les costó?

Lulú: En cuanto a lo que tiene que ver con la estructura de la competencia, el equipo es clave en todo sentido, no sólo para estar adentro del auto sino que también para estar afuera. A la mañana tenes el desayuno, tenes que desarmar la carpa o todo tu camping, te pones de acuerdo para bañarte o para ir al baño, todo lo vas haciendo en equipo. Si una llegó antes al desayuno le agarra la factura a la otra, desde eso hasta arriba del auto. La competencia son 11 horas arriba del auto y el orden de largada es según cómo viene en la competencia cada una. Empezas a salir a las 8 de la mañana, a las 9 ya salieron todas y llegas entre las 17 y las 20 horas de la tarde. Cuando llegas, hay toda una parte, que fue lo más agotador para mí, donde tenes que chequear que la camioneta esté bien para poder salir al otro día, cargar nafta, armar la carpa o el camping, reordenar, bajar las fotos, conseguir wifi. También hablas con otros equipos, haces amigos, hablas de la competencia, cenas. En todos los pueblos la gente te recibía y te hacía un show o algo. Después tenes que irte a dormir temprano. Esto de hacer equipo te ayudaba a toda esa dinámica. Yo chequeaba el auto mientras Marou estaba buscando un lugar donde íbamos a dormir, hacíamos equipo cuando volvíamos para tratar de hacer las cosas más dinámicas. Yo bajaba las fotos, Marou buscaba dónde había wifi. Era pensar entre las dos.

Marou: Era un combo especial. Sobre todo en las últimas dos etapas que ya estábamos desconectadas del mundo porque ya no había más internet, era como ¿Quiénes son ellas? Nos pasó que íbamos ganando y entonces era como ¿Quiénes son las ganadoras? ¿De dónde sacaron a estas argentinas? Todos querían saber qué estábamos haciendo. El formato influencer para ellos era la novedad, a pesar que todas eran un poco influencers en el lugar de donde venían porque habían conseguido sus propios sponsors. Es algo que la competencia misma te lleva y eso es lo más hermoso, que nos hicimos amigas. Imagínate que estuvimos 6 días con las mismas personas, viéndonos las caras todos los días, cuando te levantas a la mañana, cuando te quedas encajada en la arena, cuando una pinchó goma y frenan todas, hablas mitad español, mitad francés, mitad inglés. Estar presente en esos momentos también era algo que nos regalaba la competencia.

Lulú: Nos lo habíamos propuesto también.

Marou: Había algo de esa dinámica que querías llegar temprano para poder vivir eso, explorarlo y charlar con niños, o querer acortar kilómetros. Había gente que llegaba muy tarde por tratar de acortar kilómetros y aprovechar cada metro. Cuando llegabas al final de la etapa por la noche te entregaban el route map que era las indicaciones que tenías que tomar para llegar a destino, es como si fuera un GPS, pero con coordenadas de la brújula, con recomendaciones de lugares donde parar o no, donde cortar o no. Nosotras, como éramos el único equipo, teníamos una chica que trabajaba en la comunicación del trofeo que nos hacía la traducción en simultáneo, porque la hacían en francés, asique era estar atento, estar pensando. Imaginate que almorzábamos en la camioneta o frenabas en algún momento a comer algo o lo tenías hecho previo. Nunca comimos a horario, siempre comíamos a las 4 de la tarde porque desayunabas temprano, tomabas mucha agua. La dinámica era estar adentro de la camioneta y bajar sólo cuando fuera necesario. A nosotras eso no nos había pasado nunca y era la primera vez que estábamos tanto tiempo juntas. Lulú tiene un hijo y está un poco acostumbrada, a pesar de que se da sus espacios y sus momentos de individualidad. También esto que hablábamos antes de las situaciones de estrés y de toma de decisiones, equivocaciones. Yo aprendí a leer la brújula una semana antes y por momentos pensaba que era un erudito de la brújula, estaba completamente segura y me la había re mandado. Situaciones desde que nos metíamos en terrenos re llenos de tierra y estabas llena de arena todo el pelo, los dientes. Eran situaciones que decías «qué ganas de estar bañándome y no pensar en nada más». El último día pasamos por todos los estados, nos perdimos, nos peleamos, nos amigamos, hacíamos mucha introspección personal, muchas charlas y decíamos «¿Qué tenemos que aprender?». Las dos teníamos que aprender de esto.

¿Qué creen que aprendieron?

Marou: El último día entre los nervios y la dinámica de ponernos en este lugar de qué venimos a aprender, nos salió por el lado del humor. El ultimo tirón, habíamos llegado justo con el tiempo, el anochecer justo y teníamos que cargar nosotros la nafta. Viste cuando decís esto no puede ser tan difícil. No podíamos más. Las dos estábamos haciendo el puente para cargar la nafta y riéndonos porque se caía para el costado. El primer día eso nos estresaba y el último ya estábamos entregadas. Nos acordábamos que hacía menos de seis meses habíamos estado en Alemania y nos habíamos frustrado porque nos habíamos perdido en un tren, y nos miramos y dijimos qué salto cuántico estar acá. Nos perdimos un tren en el primer mundo y ahora estamos en un campo con una brújula. El aprendizaje por experiencia misma es enorme, de estar predispuestas a ayudar a otro que se quedó trabado en la arena cuando no tenes idea de cómo sacarlo hasta estar cambiando nosotras solas una rueda. Al principio hablábamos que lo más duro iba a ser estar compartiendo todo este tiempo y después nos dimos cuenta que lo más duro era cómo hacíamos para que ese equipo no fuera sólo el estar juntos sino una elección de confiar en el criterio, los valores, las posibilidades del otro en cualquier circunstancia. Creo que eso lo logramos con la experiencia, a pesar de habernos equivocado, de haber pinchado una goma, de quedarnos encajadas.

Lulú: Además, discutíamos cosas de la competencia, no es que eran cosas personales. Eso es lo mismo que cuando laburas con alguien, haces equipo y de repente discutís o estás en desacuerdo con alguna cosa que son súper válidas y no tienen por qué afectar toda tu parte emocional o tu parte personal con esa persona. Nosotras tenemos la capacidad para discernir eso y es grandioso porque esa es la confianza que nos caracteriza.

Marou: Ese fue mi máximo aprendizaje, yo que soy una dramática de los vínculos. He tenido novios donde me he peleado por una boludes y me iba de casa. Esto fue un aprendizaje por potenciado. En el fondo no nos podemos poner auriculares y mirar para otro lado, dependíamos la una de la otra entonces las cosas se hablaban y se resolvían, nunca escalaban. Nos pasó un día que una francesa estaba re preocupada porque nos enganchó hablando.

Lulú: Hablando no. Yo estaba re caliente porque había perdido el piedra, papel o tijera. Odio perder. Me tocaba buscar el bidón de nafta del fondo de la camioneta que estaba toda llena de tierra y me dio tanta bronca que me calenté. La francesa nos miró y a la noche nos vino a preguntar si estábamos bien las dos, cómo nos llevábamos. Fue muy genial.

Lo que tiene esta experiencia es que tiene una impronta solidaria muy fuerte ¿Cómo vivieron ustedes eso?

Lulú: Eso fue una de las cosas que más me cautivó. El rally en sí es solidario porque con lo que se recauda hacen donaciones y eso nos cautivó muchísimo, pero también el formato en sí es solidario. Para que no te saquen puntos sólo tus compañeras te pueden ayudar entonces frenas cuando alguien está teniendo alguna situación. Quizás no la ayudas y pasas de largo pero siempre frenas y preguntás. Hubo un día que tuvimos que hacer 50 kilómetros en dunas de arena, había tormenta de arena, hubo gente que se quedó encajada y aunque no puedas frenar, frenabas igual porque nadie quería estar en ese lugar. Ese tipo de solidaridad era lo que te unía con el otro equipo.

Marou: Además, la sensación esa de que te ayudaron. Hubo unas francesas que se quedaron encajadas y era como vamos a brindar porque hoy nos sacaron. La solidaridad y el trabajo que hace el Trofeo de Rosas a través de ONG, asociaciones salteñas puntualmente y también de Francia, que trabajan en otro rally que se hace en Marruecos que se llama Niños del Desierto. Es una escuela que está buenísima, pero que con muchas donaciones y mucha ayuda fueron teniendo mejores instalaciones, tienen casi 70 chicos que están de manera interna. Vas conociendo todas esas historias. El último día paramos en un lugar donde desde Trofeo de Rosas los ayudan con toda la práctica de cultivo de la quínoa, que es el principal ingreso que tienen ellos. Te das cuenta que sólo teniendo este apoyo constante es posible hacer todo ese crecimiento. Pero es real que vos sos solidaria con el que lo necesita y esa empatía que generas se te vuelve automática cuando estás haciendo esta vivencia. Después de la competencia vinimos a Buenos Aires y fueron a festejar el cumpleaños de una. Te quedas con esa idea de que esta mina me ayudó. Éramos 60 mujeres, no conocimos a todas pero conocimos a 15 o 20, y no sabés con qué intensidad.

Lulú: Aparte había lugares donde dormíamos como en un ambiente todas juntas, una roncaba, era como mucha exposición. Hablando de la solidaridad, ellos tienen un propósito también con el tema de pisar suelos que son más vírgenes o no impactar con el medio ambiente, son super conscientes de eso. Por más de que tienen lugares puntuales donde sí hacen donaciones, en todos los trayectos que van trazando tratan de dejar algo a cambio en agradecimiento o alguna donación. Me acuerdo que uno de los organizadores les había dejado una bolsa de ropa para todos los hijos de las familias que vivían en los campos. Hay un propósito y una toma de conciencia muy importante con esto de que estoy atravesando un suelo que no es propio y tengo que dejar algo a cambio. Ellos siempre que pasábamos por lugares que no se podía salir de la ruta o cuando estuvimos en las lagunas que quedan al lado de Atacama y estaba explicado en el route map, no tenías que tocar el agua, no se podía llegar hasta tal punto caminando si querías bajar a ver eso. Somos muchas camionetas pasando por el mismo lugar, al mismo tiempo y hay un impacto. Eso está bueno porque la verdad que pasamos por lugares inhóspitos y sentís que estás invadiendo el medio ambiente porque somos una cosa minúscula en una montaña donde no había nada.

Marou: Cuando llegabas a un lugar donde había gente, por ejemplo, al último pueblo Santa Rosa de los Pastos Grandes que eran 300 habitantes, era un fiestón y estaba todo el pueblo ahí. Tenías esas dos caras de la moneda, así como pasabas por lugares inhóspitos, estás ahí compartiendo con gente que se conocen todos y viven a 4800 metros de altura. Habían rutas que estaban habilitadas y otras eran privadas pero cruzamos tres veces por los rieles del tren de las nubes, alucinante.

¿Volverían a hacer una experiencia así?  ¿Qué cambiarían? Habiendo ya vivido y teniendo la experiencia.

Marou: Yyo creo que obviamente no hay como este aprendizaje, todo lo que aprendimos era como algo que está grabado a fuego. En este tipo de competencias donde el reglamento, el route map, la brújula, la camioneta, el conocer todas esas cosas, no es que me voy a poner a cambiar otra rueda pero sí voy a conocer cada detalle de lo que tengo en la camioneta y lo que necesito. A nosotras nos pasó que conseguimos una carpa y la bolsa de dormir, pero nunca googleamos la temperatura que iba a hacer en esos lugares y tampoco sabíamos a dónde íbamos, sabías que una etapa iba de este lado y que ibas a estar a 3800 metros de altura, pero había algo como entre inconsciente y fantasioso de estar ahí. Creo que re estoy para hacer otra. Si bien cambian todas las rutas, algunas las retiran y otras las cambian porque la gente se va renovando, creo que hay un deseo de hacerlo en otros lugares. Lo re haría de nuevo.

Lulú: Estamos un poco más informadas y al mismo tiempo tener la posibilidad que las dos podamos hacer las dos cosas. En esta posibilidad yo manejé y Marou con el route map, pero pienso que también está bueno poder ir intercambiando para ponerte en el lugar del otro. La verdad es que nunca manejé la brújula entonces no entendía si estábamos perdidas o no. Esto de poder cumplir la función de la otra en una próxima competencia estaría bueno.

¿Cómo llegaron? ¿Cómo es el después?

Lulú: Muy transformadas. Yo creo que la vuelta fue re fuerte. Realmente cuando volvimos nos hablamos tres días después y fue como «¿te pasa lo mismo?» Estuvimos bastante aisladas y en otro mundo, costó un poco volver al ritmo. Hoy es tan difícil desconectarse y realmente logramos esa desconexión porque estábamos viviendo una competencia. Si bien subíamos algunas fotos y posteos, era subir ya y cero atención a lo que estaba sucediendo. Cuando volvimos empezamos a tomar más conciencia de lo que teníamos, de lo que habíamos vivido, es una experiencia que va a ir madurando en nosotras, algo inolvidable para siempre. Yo decía tengo una aventura para contarle a mi hijo y cuando llegué acá dije esto no es una aventura, es un aprendizaje de vida. Hay un montón de aprendizaje en este viaje y es eso, es darse cuenta la profundidad hasta donde llegamos. Por eso esa necesidad de compartirlo, es algo que a muchas mujeres les encantaría poder vivirlo. Hicimos un vivo el día que volvimos con toda la adrenalina para que todas nos puedan preguntar sobre las situaciones. Primero las preguntas eran ¿realmente estaban compitiendo? No podía creer que preguntaran eso. No era sólo contar la experiencia sino que realmente fuimos parte de la competencia. Es incentivar también a otras mujeres porque es una experiencia super gratificante para hacer, sobre todo si te gusta la adrenalina, la aventura.

Marou: Nosotras estábamos re entusiasmadas con esto de ver cómo es el formato solidaridad, cómo haces para comunicarte con alguien que tiene otro idioma, que le pasan otras cosas, que puede estar frustrada porque se quedó en medio camino. Fue re poderoso porque eras parte de algo mucho más grande. La realidad es que la real transformación es vos sabiendo que podes hacer cualquier cosa, literalmente. Está bien que es en un caso extremo, en una necesidad, tratando de no perder puntos, pero de repente ese lugar inaccesible que tiene que ver con el medio ambiente, la naturaleza, el auto, la masculinidad que hay alrededor de eso, está como muy naturalizado que sos mujer y podes hacerlo. Volves y decís «¿Cómo no voy a poder hacer esto yo? ¿Cómo no voy a poder colgar una cortina o irme de viaje sola?» Te despierta una cuestión de autonomía, eso es re fuerte. Había muchos equipos de madres e hijas, de amigas y es una elección compartir con el otro y hacer con el otro una construcción mayor a la individualidad. Ser consciente que podes hacerlo para mí fue muy fuerte y muy hermoso también. Nosotras hacemos el chiste de que estábamos “nunca preparadas, siempre inpreparadas e inconscientes”, pero fue un poco lo que nos permitió vivir todas las aristas de la competencia. El poder sorprendernos cuando íbamos primeras, el poder frustrarnos y tratar de mejorar cuando nos fuimos para atrás, tener distintas metas todos los días. Creo que si nos hubiéramos re preparado todo hubiera sido más exigente para nosotras y estar en ese modo de que todo nos sorprenda nos dio un montón de registro de crecimiento. Hay un montón de cosas que tenes que estar dispuesta a que te atraviesen, la competencia, la experiencia. El último día una chica decía que no sólo habíamos visitado un país, sino que eran muchos países dentro de un mismo país. Otra agregaba que más que país era un planeta, por la naturaleza. Conoces muchas caras de Argentina. El otro rally que hacen es en Marruecos y si nosotras hubiéramos hecho nuestro primer rally ahí, hubiera sido todo más preparado, pero más chocante culturalmente.

Es una experiencia envidiable.

Marou: Es una experiencia que tranquilamente podes hacer, parece super lejano, pero las mismas chicas que participan están dos años organizándola. Hay chicas que hacen ferias, comidas, cenas a beneficio, como si fuera un crowdfunding. Esa cosa de cooperación que en Europa es re normal, nosotros no lo tenemos tan desarrollado, pero quizás pensándolo para vos o para alguien que conozcas, puede ser que lo quieras hacer de acá a dos años. Es posible, realmente podes hacerlo y tiene una cultura atrás de cómo podes hacerlo y funciona en distintos países del mundo.

 

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