¿Cómo surge el proyecto de Telecine?
Se fue gestando de manera inconsciente hace muchos años. Siempre dio vueltas en mi cabeza la idea de tener un proyecto donde desplegar mis dos pasiones: la música y lo audiovisual. En 2016 dejé de tocar con Buffet Lovers, la banda en la que estaba, y desde entonces pensé en hacer algo muy personal. Me interesaba diseñar un espacio desde la producción de canciones y no desde la tocada. Por eso Telecine es un proyecto de estudio, que trasciende la coyuntura y la imposibilidad de tocar en vivo.
¿De dónde viene el amor por la música?
Mi amor por la música es de larga data. El recuerdo más ancestral que tengo del vínculo con un instrumento es el de sentarme al piano de mi abuela y descubrir que era el mejor juego del mundo. Sacaba melodías, como las de Notti Magiche del mundial 90. Después estudié y aprendí a tocar distintos instrumentos. Nunca se transformó en un amor establecido, sino que siguió siempre en etapa de enamoramiento, como cuando conocés a alguien y al pasar tiempo juntos te sentís absolutamente presente, sin pensar en nada más. Eso me pasa cuando hago música.
¿Y el amor por la tele y el cine?
Me gustan tantas disciplinas que nunca pude decidirme por seguir una sola, y trato de hacer de esa dispersión mi vocación. De todas maneras el nombre del proyecto remite al proceso por el cual se transfiere una película a un formato digital, del que anteriormente se pasaba luego a video. Yo pertenezco a la generación que empezó a trabajar en el mundo analógico y terminó de desarrollarse en la era digital. De alguna manera siempre me sentí atrapado entre esos dos mundos. Y la primera vez que entré a Metrovisión a principio de los 2000 para ver un telecine, quedé fascinado. Me resultaba un lugar tan futurista y hoy es tan retro que me sigue fascinando de la misma manera.
¿Cómo es tu proceso creativo?
Es absolutamente intuitivo. Soy muy caótico, pero aprendí a trabajar en un caos ordenado. A veces me encuentro escribiendo o trabajando en una presentación, tengo abierto el proyecto de una canción en la computadora y se me ocurre algo. Entonces lo ajusto en el momento y sigo con lo otro. Desde el lado de la creación, creo que un mismo concepto o idea puede derivar en distintos formatos. Por eso me preparé para poder moverme con comodidad en diferentes terrenos. Creo más en la semilla que mueve el proceso que en el formato como fin. Después son solo distintos pinceles o herramientas que se pueden usar para la ejecución.
¿Consideras la publicidad un arte?
Absolutamente no. Creo que una pieza (anuncio de tv, gráfica, posteo, etc) que no es un producto en sí mismo, sino que es el mensaje intermedio de otro producto, no puede ser considerado como obra de arte. Y además me parecería muy arbitrario que alguien pudiera definir que un determinado comercial puede ser arte porque se ve lindo, porque parece una película, y luego descalificar por ejemplo una pieza táctica por no tener esas características. Sí creo que en el medio pueden participar muchísimas personas talentosas, artistas, que aportan lo suyo. De todas maneras, como realizador, asumir esto te permite hacer trabajos con mucho más honestidad y comprensión de las necesidades de una marca.
¿Cómo surgió la idea del video que acompaña a “Génesis”?
Se pusieron de moda hace unos años los lyric videos, porque hoy el click, o la llegada al público, es más factible con un contendido audiovisual que desde una plataforma musical. Entonces busqué hacer un lyric video distinto. Al mismo tiempo, como la letra no es mía (es un clásico de Vox Dei), quise hacer una reinterpretación, que se sintiera un poco como si hubiera un vj tocando el tema en vivo.
¿Cómo influyó tu experiencia como director de publicidad para hacer el videoclip de “Génesis”?
Sobre todo en poder pensar algo y hacerlo. Creo que el expertise que uno va adquiriendo en un oficio te enseña a trabajar con determinación en otros campos también. Los métodos de trabajo, la manera de analizar ideas, se trasladan inevitablemente.
Ampliando un poco más ¿Cómo consideras que se relacionan las diversas disciplinas artísticas que hay en el mundo?
En los últimos años se empezaron a blurear los límites entre las disciplinas y sobre todo entre el arte y el diseño. Yo lo celebro fuertemente. Creo que gran parte del esnobismo y la solemnidad del arte se quedaron en el siglo XX. Están bien allá en el pasado: las convenciones, las corrientes, y desde acá podemos admirarlas con romanticismo. Pero eso cambió radicalmente. Sobre todo porque vivíamos en una especie de oscurantismo en el cual pocos tenían acceso a las herramientas o los medios para expresarse. Hoy la cosa se desmadró y se fue al otro extremo: cualquiera de nosotros hizo más clicks con el celular que Cartier Bresson en toda su carrera y más horas de film que Méliès. Creo que al tener distintas herramientas a mano, deja de ser tan relevante enmarcar tanto a las cosas por formato. Siento que una obra festeja cuando no es encasillada en una categoría.
¿Cuál es, para vos, el objetivo del artista?
No lo sé, no creo tener la autoridad para definirlo. En mi caso es una experiencia completamente personal que tiene que ver con haber sido muy tímido de chico. Entonces creé muchos diálogos internos, ideas, que de grande empecé a sacar casi como una necesidad. Mi vínculo con el arte tiene un poco de compulsión, un poco de obsesión y un toque de disfrute.
¿Qué clase de retos creativos te gusta enfrentar?
En la música trato de moverme con mucha libertad, porque siempre fue un juego. En general mi reto mayor pasa por quedar conforme con el resultado de lo que hago.
Como director aprendí el oficio de dirigir un barco que a veces viene sin timón. Entonces, el transcurrir se transforma en la verdadera experiencia, y los puertos a los que se puede abordar son infinitos. Ahora estoy bastante atento a lo que pasa en esa mezcla rara entre creatividad y datos. Me interesan mucho los dos mundos. Entonces, los desafíos que me atraen hoy son los de entender por ejemplo cómo ayudar a una marca con un problema a través de la creatividad.
¿Quién o qué te inspira?
Me siento muy inspirado por la gente que concreta lo que se propone. En cualquier disciplina. A veces veo alguien que graba un disco entero solo en su casa, y aunque no me guste especialmente el estilo musical, me genera admiración.
Por otro lado, tengo el síndrome de Zelig, se me pega un poco lo que voy escuchando o viendo. Y como soy muy cambiante, tuve muchos nortes distintos a lo largo de los años. Así como celebro el derribar muros entre las disciplinas, soy muy poco fan del género como carril. Me encantan los artistas que esquivan el encasillamiento.