Si hay algo que dominó la cultura del siglo xx y principios del siglo xxi es el mainstream, una zona de confort permanente donde todos más o menos navegamos por el mismo lugar, consumimos a los mismos artistas, miramos las mismas películas y comemos la misma comida.
El mainstream impactó tanto en la cultura popular que casi no importa en qué país estés ni en qué idioma hables ni la clase social que hay nombres y marcas como McDonalds, Marvel, Disney, Maradona o Coca Cola que automáticamente se transforman en un punto de conexión.
Internet y la Cultura de la Influencia están matando al mainstream.
Esta semana el mainstream mostró parte de su decadencia en la ceremonia de los Oscars, la segunda con menos audiencia de su historia que sólo no fue la peor gracias al cachetazo de Will Smith a Chris Rock que generó tanta conversación en Twitter y las redes sociales que elevó el rating.
Es decir, Internet salvó a los Oscars de tener su peor transmisión histórica.
Pero ¿por qué cada vez menos personas ven los Oscars?
Por supuesto existen varias hipótesis y análisis que arrancan con que las nuevas generaciones no quieren ver contenidos tan largos, que son aburridos, que tenemos miles de distracciones que hacen que no logren interés, pero ¿alcanza solo con eso?
Hoy esas mismas nuevas generaciones pasan horas mirando streams en twitch, videos larguísimos en youtube, escuchando podcast de más de 40 minutos y consumiendo TikTok por más de una hora y media por día.
Como dice este tweet de Dennis Hopper, el problema con los Oscar’s (y con toda la cultura mainstream) no es que antes las películas populares ganaban premios, sino que las películas premiadas solían ser populares.
Es decir, hoy se nomina y se premia a películas que son vistas por muy pocas personas.
¿Por qué vería una premiación con películas nominadas que nunca vi ni voy a ver?
Como venimos diciendo acá, la Cultura de la Influencia trajo a una internet fragmentada, caótica y donde las subculturas y los nichos se multiplican y atraen a cada vez más personas imitando el comportamiento de los partidos políticos de izquierda de hace unos años, la ruptura de la ruptura de la ruptura.
La diferencia con esos partidos es que hoy esos nichos y subculturas encuentran en plataformas digitales como Discord, TikTok o Twitch lugares de pertenencia donde poder expresarse, intercambiar información y relacionarse con otros grupos.
Esa caída del maistream tiene, por supuesto, resistencias de quienes están perdiendo su lugar histórico de fama y poder,
pero también de las marcas que encontraban en ese lugar una forma fácil y segura de llegarle a sus consumidores. Pero esa resistencia es solo una nostalgia por algo que fue, ya no es ni será.
Hoy internet y la Cultura de la Influencia propone un territorio diverso, fragmentado, veloz (ya nadie quiere hablar del sopapo de Will, ¿no?) y trae miles de desafíos para enfrentar ese contexto.
Por Juan Marenco, CEO de Be Influencers y miembro de la Comisión Directiva de Interact