La directora, actriz y guionista estadounidense Greta Gerwig, nos trae una Barbie inclusiva y con planteos existenciales.
Pero desde hace tiempo viene concibiendo una carrera cinematográfica que indaga cuestiones como la búsqueda de identidad y la feminidad.
Sin dudas que Greta Gerwig encarna el espíritu de una musa moderna.
Con su mirada lúcida, tanto para la actuación como para la dirección, recorre (y ha recorrido) todo tipo de estilos.
Desde actuar con Woody Allen, siendo parte del movimiento indie mumblecore, prestando su voz en una de animación de Wes Anderson; militando por una mayor representación de las mujeres en la industria cinematográfica, hasta participar en los videos clips de Arcade Fire y DuaLipa.
Nacida en Sacramento, California, creció bajo el cielo estrellado de los sueños hollywoodenses, a los que no tardó en desacralizarlos exponiendo las problemáticas reales que suceden en la meca del entretenimiento.
Desde edad temprana, Greta Gerwig sintió una atracción magnética hacia las artes escénicas.
En sus entrevistas sabe comentar que quería ser dramaturga, pero su pasión (y campo de acción) devino en el mundo audiovisual, aportando en este una voz única, llena de matices y sentimientos profundos.
Sus obras son como poemas en movimiento que exploran la belleza de la imperfección humana, y casi siempre acompañado de colores vibrantes.
Cada encuadre, cada escena, nos arrastra a un universo con personajes multidimensionales y vulnerables.
Greta Gerwig, supo transformar su sensibilidad en una herramienta de lucha y empoderamiento, derribando todo tipo de barreras y estereotipos.
Evolución: Desde Nights and Weekends hasta la explosión de Barbie
Greta Gerwig incursionó en la dirección cinematográfica con Nights and Weekends(2008), una película de corte independiente codirigida, con el también actor, Joe Swanberg.
La historia es simple, cuenta sobre una relación a larga distancia entre dos amantes; ella vive en New York y él en Chicago.
Una película con un enfoque realista y naturalista; con una narrativa algo improvisada que tiene la intención de capturar momentos cotidianos y espontáneos.
Aquí Greta Gerwig ya comienza a inquirir la complejidad humana; a medida que los personajes enfrentan la distancia, vemos cómo va erosionando su conexión emocional.
Un drama con una mirada arriesgada que también habla sobre las dificultades para mantener vivo el amor, y que señala, que, muchas veces, las relaciones pueden ser incómodas, irritanteso simplemente aburridas. Honestidad brutal.
Su siguiente muy comentada y premiada película, es Lady Bird (2017).
Recordemos que le valió el Oscar a Mejor Película y Mejor Dirección.
Una comingofage que sigue la vida de una adolescente, que se encuentra en una etapa de transición entre la secundaria y la universidad.
Una joven que enfrenta desafíos, conflictos y descubrimientos, mientras intenta encontrar su lugar en el mundo.
Aquí aparece nuevamente el concepto de complejidad, que se acopla a la perfección con una etapa como la adolescencia, sumada la excelente interpretación de Saoirse Ronan, quien transmite de manera convincente las inseguridades y frustraciones de su personaje, logrando suscitar una gran empatía con el espectador.
Otro tema que se destaca en la película, es cómo se retratan las relaciones familiares sin caer en los típicos clichés.
La dinámica de “amor-odio” entre Lady Bird y su madre, encarnada por Laurie Metcalf, es fascinante.
La historia evita los tropos de un drama familiar pesimista, proponiendo una comicidad intimista y fragmentada.
Tan fragmentada como esta joven con tintes rebeldes que quieres salir de su Sacramento natal, y del influjo de una escuela católica, para asistir a la Universidad de sus sueños en una ciudad muy lejana.
De manera autobiográfica, la directora retorna a la adolescencia para crear un espectro de contradicciones propias de la edad, como el sarcasmo y la sinceridad; el enamoramiento y la angustia; o la obstinación y la empatía.
Y lo hace con una sinceridad que duele, esto acompañado de una gran dosis de humor catártico.
En 2019, se anima a llevar a la pantalla grande un clásico de la literatura, Mujercitas, de Louisa May Alcott, con un elenco sorprendente: convoca nuevamente a Saoirse Ronan, Emma Watson, Florence Pugh, Laura Dern, TimothéeChalamet, Meryl Streep y Louis Garrel, entre otros.
Por supuesto que en este conocido relato vuelven a surgir sus obsesiones, sobre todo con la feminidad y la complejidad de los vínculos.
La película presenta una narrativa no lineal que cuenta la historia de las hermanas March y su transición a la edad adulta durante y después de la Guerra Civil estadounidense.
En esta transposición, Greta Gerwig logra capturar la esencia de la novela original y darle un touch contemporáneo.
Toma decisiones que mejoran la historia, desde hacer malabares con la línea de tiempo hasta dotar a ciertos personajes de más protagonismo.
Se involucra activamente con el texto e incluso lo critica.
Enmarca su película como una conversación entre el pasado y el presente; transmuta Mujercitas de una historia sobre el crecer, a una sobre ser una mujer joven que ingresa a un mundo hostil.
Es una adaptación con una pizca punk y no tan sutil ante las convenciones sexistas impuestas por la autora en la novela original.
Sin dudas, esta película crea las bases del delirio surrealista que estaba por venir, su obra más lograda, que se funda a partir de uno de los objetos misóginos y racistas por excelencia: la muñeca Barbie.
El boom Barbie no pasa desapercibido.
Todo es rosado a nuestro alrededor.
La película manifiesta un fenómeno social (y no exagero), las personas han asumido con naturalidad que tienen que homenajear a este icono cultural que fue perdiendo el interés de los más chicos a través del tiempo, porque ya no representa el aspecto físico del mundo que nos rodea.
O sea, por estos días la rosamanía se ha hecho bandera en más de un país, y varias marcas han sacado provecho de este furor para vestir sus vidrieras de este color vibrante.
Afortunadamente, Gerwig asume la dirección de este mundo “plastic and fantastic” para imprimir su huella.
Tal como sucede en Mujercitas, en esta historia Barbie no pierde su esencia (sobre todo la estética), y conceptualmente le brinda una nueva perspectiva.
Estamos ante una Barbie que, lejos de la perfección, rompe con todos tipo de estereotipos.
En la película tenemos modelos de muñecas con variadas profesiones y tallas físicas; y Barbieland posee un sistema matriarcal.
Las chicas organizan todo, y los hombres simplemente las admiran.
Pero no tarda en hacerse presente el dilema existencial, alojado por la angustia de un humano, que rompe con ese cosmos idílico en donde la vida transcurre, entre la amabilidad exagerada y escenas musicales.
Barbie es una fantasía cómica, inteligente y divertida.
Trabajando nuevamente con su coguionista, Noah Baumbach, Gerwig ha concebido una película que promueve y deconstruye su propia marca; que no sería posible si no fuera por las actuaciones sorprendentes de Margot Robbie y Ryan Gosling, quienes combinan las cualidades necesarias para dar vida a Barbie y a Ken.
Todo encaja en este universo rosa, sobre todo la imperfección.
Y es lo que entienden y tratan de resolver nuestros protagonistas ansiosos por descubrir su verdadera identidad.