En la industria del entretenimiento, el término creatividad a menudo se reduce al aspecto puramente artístico: el guion, la dirección o la estética.
Sin embargo, en el actual ecosistema audiovisual, la verdadera innovación va más allá de una buena historia.
Hoy, la creatividad es la clave para la arquitectura de negocios, especialmente en proyectos complejos.
El documental de Netflix «Rockstar Duki. Desde el fin del mundo» es un caso de estudio perfecto de esta nueva realidad.

Este proyecto no solo cuenta la historia del artista, sino que demuestra cómo la creatividad aplicada a la gestión, la negociación y la ingeniería de derechos es fundamental para que una producción ambiciosa llegue a buen puerto.
Del Pitch al Rompecabezas Empresarial
El modelo tradicional, donde un productor presentaba una idea a un solo canal, está en crisis.

Actualmente, los commissioners (encargados de comprar contenido) son más selectivos y trabajan con métricas precisas.
Esto obliga a los productores a buscar nuevas formas de financiación y alianzas.
El desarrollo de un proyecto, como Rockstar Duki, ya no es una línea recta, sino un rompecabezas donde cada pieza, desde el talento y la productora hasta la plataforma y los patrocinadores, debe encajar.
La clave está en la capacidad de los productores para integrar agendas, recursos y derechos de múltiples actores.
La Música como Negocio y Narrativa
Elegir a Duki no fue una casualidad.
En menos de una década, el artista construyó una comunidad global de manera orgánica.

Su autenticidad lo convirtió en un personaje atractivo para una audiencia masiva y para una plataforma como Netflix, que busca narrativas locales con proyección global.
Sin embargo, los proyectos musicales son un campo minado de desafíos, especialmente en el área de los derechos de autor.
La complejidad de gestionar múltiples interlocutores, lenguajes distintos y egos fuertes a menudo hace que estas producciones no lleguen a materializarse.
Aquí es donde la creatividad en la negociación se vuelve un activo indispensable.
La Negociación es un Acto Creativo
El mayor desafío de «Rockstar: Duki, desde el fin del mundo» fue sentar en la misma mesa a actores con poder de negociación muy diferente:
- Netflix: Una plataforma global con su propio modelo de negocio.
- Dale Play: La empresa de management de Duki.
- Pegsa: La productora con una larga trayectoria en entretenimiento.
- Duki: El protagonista y centro del proyecto.
La verdadera creatividad del equipo de producción no estuvo solo en el guion, sino en la capacidad de traducir necesidades legales, administrativas y artísticas en un lenguaje común.

Se ejerció una creatividad aplicada a la gestión, que permitió diseñar acuerdos y alinear voluntades en pro de un objetivo compartido.
Profesionalización y Confianza
Para Mariano Kon, productor ejecutivo del proyecto, el éxito se basó en la profesionalización y la confianza.
Fue necesario convencer a las partes de que la visión artística del director, Alejandro Hartmann, era primordial, y que el riguroso clearance de derechos musicales era innegociable.
Esta dedicación no solo permitió que el documental se completara, sino que también elevó los estándares de producción y de negocios para toda la región.
El caso de Rockstar Duki demuestra que la complejidad del ecosistema audiovisual no es un obstáculo, sino un motor de innovación cuando se aborda con estrategia.

Un Modelo Replicable
«Rockstar, Duki. Desde el fin del mundo» no es solo un documental atractivo para sus fans, sino un caso de estudio para la industria.
En un mercado competitivo y concentrado, el verdadero diferencial de un productor es su capacidad para compatibilizar agendas y orquestar voluntades diversas.
La creatividad hoy es una herramienta de negociación, de diseño de acuerdos y de traducción entre distintas culturas empresariales y artísticas.
La lección más grande de este proyecto es que el futuro de la industria no está en elegir entre lo artístico y lo empresarial, sino en integrar ambos mundos para que las grandes historias puedan llegar a millones de pantallas.