Evelina Cabrera, el fútbol como espacio de inclusión
“Vos, Cabrera, no le podés enseñar nada a nadie”, le dijo el director de su escuela secundaria cuando fue a buscar el analítico.
Lo necesitaba, años después de terminar el secundario, para comenzar el curso de coaching ontológico.
El actual director había sido profesor de historia de Evelina cuando todavía era alumna. Lo estimaba, lo tenía como referente; la frase lo bajó del pedestal como una avalancha.
Poco tiempo después de la denigrante escena, Evelina Cabrera estaba entrenando su propio equipo de mujeres; estaba formando el conjunto pionero de fútbol ciego femenino; estaba fundando la Asociación Femenina del Fútbol Argentino (AFFAR).
Le estaba enseñando a cientos de personas cómo superarse a sí mismas practicando deporte.
Evelina Cabrera es una piba de barrio devenida en conferencista internacional.
Se hizo sola, de abajo, gracias a su carácter, frontalidad y solidaridad.
Ese ímpetu imparable fue contagiando a otras personas, lo que derivó en apoyos nacionales y externos de todo tipo.
Marcas, revistas, editoriales, fundaciones y organismos prestigiosos le abrieron sus puertas.
Ella accedió y accede, sin correr el foco de lo verdaderamente importante: el fútbol -el deporte- como espacio de inclusión.
Los reconocimientos aportan visibilidad y oportunidades para seguir transformando la realidad, algo que Evelina intenta desde que comenzó a entrenar a sus primeras jugadoras en un playón del Puerto de frutos, el popular paseo turístico de Tigre.
Antes, cuidaba coches en la misma zona, custodiaba trabajadoras sexuales y hasta dormía a la intemperie.
Algunos medios de comunicación se fascinan con su historia, o con una parte de ella.
Se desesperan por titularla como la mujer que dormía en la calle y ahora da charlas en la ONU, buscando legitimar su máxima de que el pobre es pobre porque quiere.
Pero Evelina es mucho más que eso, le incomoda el titular; no cree en la meritocracia, sí en el trabajo colectivo, en la autosuperación y en la organización.
Después de una adolescencia conflictiva, atravesada por los problemas en casa, por la violencia de género y por su rebeldía, se dio cuenta de sus posibilidades y de su pasión: el trabajo físico. Otra vez, la perseverancia y la motivación la alejaron de los lugares oscuros.
Evelina Cabrera y su lugar en el campo de juego
Después de trabajar como encargada en una fábrica de sillones, comenzó su carrera de entrenadora personal, motivada por su profesor de Tae Bo, a quien acudió para mejorar su estado físico.
Ya con sus primeras alumnas, complementaba los ingresos atendiendo en un restobar, lugar donde conoció el fútbol.
Una compañera la invitó a un partido, después de mucha insistencia.
Evelina CabreraEvelina no solo asistió, sino que quiso mejorar la performance del equipo con sesiones de entrenamiento. “Si querés entrenar, andá a otro lado”, le respondieron. Y lo hizo.
Buscó sus propias jugadoras, mientras de a poco caía en la cuenta de la cantidad de mujeres con ganas de jugar al fútbol en Argentina.
“Era bastante burra, barría todo lo que venía. Hasta que decidí aprender a tener lectura de juego y anticiparme”, comentó durante una entrevista.
Pero el destino le puso una nueva traba: en 2012 tuvo que dejar de jugar por un problema de salud: una hormona -la prolactina-, llegaba a niveles peligrosos y la ponía en riesgo si realizaba actividades de alto rendimiento.
Había descubierto el deporte, el césped, la pelota; no podía dejarlo ahora. Así que encontró la respuesta combinando sus dos facetas: la de entrenadora y la de futbolista.
“Dentro de la cancha no importa de dónde venís, somos todos iguales: vos necesitas a la otra para que te dé un pase, y ella te necesita para dar la devolución. Ahí encontré lo que yo buscaba: un grupo de pertenencia. Eso es lo lindo del fútbol”, suele repetir Evelina.
Pertenecer es un deseo inicial que tenía, al igual que millones de jóvenes, al acercarse a una pelota.
Ella encontró, además, el lugar para desarrollarse y, sobre todo, ayudar a otras a hacerlo.
El vínculo fútbol-inclusión está presente desde el primer contacto de Cabrera con el balón.
Su motor es la dura experiencia personal, el deseo de superación y la empatía por brindar herramientas para que todos puedan mejorar. Su vehículo: el fútbol.
Evelina está vestida como entrenadora en un playón del Puerto de frutos, en Tigre.
Le dice a su sobrina pequeña -la única alumna-, que corra de acá para allá, simulando recibir indicaciones.
El objetivo: que se acerquen otras chicas al sector. Desde ese humilde pitido inicial, Evelina Cabrera pasó a trabajar en clubes como Nueva Chicago, Platense, Defensores de Florida de Vicente López, Boca Juniors y Pachuca de México, donde se convirtió en la primera mujer de la liga mexicana en formar parte de un cuerpo técnico masculino.
En 2012, mientras comenzaba su larga trayectoria junto a su colega Mariela Viola, viajó al país azteca para dirigir a la selección argentina en la Copa Mundial de Fútbol Calle, un torneo internacional con equipos conformados por personas sin hogar.
Al año siguiente regresó al Municipio de Tigre, pero esta vez para integrar la Secretaría de Deportes.
Su trabajo dirigencial había comenzado, aunque el verdadero partido se empezó a jugar unos meses después, cuando fundó la Asociación Femenina de Fútbol Argentino (AFFAR).
La idea surgió a partir de la necesidad de una futbolista local, a quien su club -donde jugaba hacía 14 años- le negaba asistencia para pagar la cochería tras la muerte del padre.
Sin lugar donde acudir, la jugadora optó por Evelina, y la respuesta fue el nacimiento de AFFAR, junto a un grupo de colegas, entre la bronca y la improvisación dentro de un local de servicios fúnebres.
Evelina terminó sus estudios como entrenadora en la Asociación de Técnicos de Fútbol Argentino, incluyendo capacitaciones en coaching ontológico, un área que busca resolver problemas enfocándose en los objetivos, no en el origen.
Trabaja para superar la frustración del deportista, así como la respuesta a los momentos negativos.
Con nuevas herramientas, la piba de Virreyes, lugar de nacimiento, pasó por diferentes posiciones y actividades.
Lanzó su propia escuela de fútbol (EVCA) y hasta creó el primer equipo femenino de fútbol ciego, otra vez, a partir de la inquietud de una jugadora que no tenía dónde acudir.
Por este hito, fue nombrada una de las entrenadoras de Las Luciérnagas, selección nacional femenina de fútbol ciego.
También entrenó el equipo de futsal femenino en Villa La Ñata, en el club Atlas y trabajó para desarrollar el área de género en Boca Juniors.
No obstante, Cabrera siguió su trabajo social: comenzó a brindar entrenamientos en la Unidad Penal 47 de San Martín para mujeres privadas de su libertad.
A la par, el trabajo en AFFAR continuó con ella a la cabeza, ampliándose a diferentes provincias del país, hasta obtener el reconocimiento de la Confederación Argentina de Deportes (CAD), de la Secretaría de Deportes de la Nación y de la propia Asociación del Fútbol Argentino (AFA).
AFFAR y el fútbol femenino profesional
El primer partido de fútbol femenino en el país, registrado por los diarios La Vanguardia y Crítica, cumple 100 años en 2023.
También los cumpliría, de continuar existiendo, el equipo pionero en la disciplina: Río de la Plata. 90 años después, Evelina Cabrera creó AFFAR, junto a un puñado de compañeras.
No es el primer intento de englobar institucionalmente a la disciplina: en 1986, Nils Altuna y Lilian Fadel fundaron la Asociación Argentina de Fútbol Femenino (AAFF), organizando sus propios torneos y teniendo contactos con Julio Grondona.
La historia del fútbol femenino en Argentina está desordenada, con muchos grises generados por décadas de invisibilización.
Una generación de futbolistas, militantes y periodistas se están encargando de reconstruirla, reconociendo a Las Pioneras -la autogestionada selección argentina femenina de 1971-, y estableciendo el contexto para integrar de manera definitiva a las mujeres en el fútbol, entre otros ámbitos.
Evelina es un bastión fundamental en esa lucha.
Con AFFAR asiste a las jugadoras desde la propia fundación, proporcionando herramientas, apoyo y sustento a un conjunto de deportistas que hace una década no tenían a quién acudir.
Más allá de la profesionalización del fútbol femenino en 2019, en la que se establecieron ocho contratos por club con salarios equivalentes a la Primera C y para clubes de Buenos Aires, queda mucho por transitar para alcanzar condiciones de mayor igualdad.
Con poca llegada del profesionalismo al interior del país, AFFAR continúa presente como columna de apoyo para miles de jugadoras.
El reconocimiento internacional
Evelina tuvo que sobreponerse a todo: discriminación, ninguneos de todo tipo, machismo, racismo, violencia de género.
Pero Evelina Cabrera va para adelante; encara, no se estanca.
Como si fuera poco, pone a disposición todas sus herramientas para que nadie pase lo que ella tuvo que pasar.
Trabas físicas, psicológicas, simbólicas y muy reales.
Su carácter, su perfil y su trabajo la llevaron a obtener reconocimientos varios.
Desde entidades locales, como la empresa Glaxo, el diario Clarín, el gobierno de Salta, el diario La Nación y la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, hasta el aval internacional.
El popular medio inglés The Economist, la cumbre del G20 y la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la reconocieron y la invitaron a brindar conferencias vinculadas a la inclusión y a la motivación a través de su experiencia personal.
Estas exposiciones le dieron mucha visibilidad, aunque tal vez la más importante llegó el día después que murió Diego Armando Maradona: la BBC la incluyó entre las 100 mujeres más influyentes del mundo.
Evelina es maradoniana y tenía la ilusión de conocerlo, por lo que fueron días de sentimientos encontrados. Incluso le dedicó un cuento publicado en el libro Pelota de Papel 3: Del 86.
Evelina Cabrera, la escritora
Entre la cuarentena y los vivos de Instagram junto a su amiga Daniela Viaggiamari -alias, “La Chepi”-, Evelina sacó su primer libro: Alta negra.
Allí cuenta su historia de vida y su trayectoria profesional, otra forma de divulgar el trabajo realizado y de inspirar a más mujeres.
El título es un juego con la palabra «altanera», caracterización que le endilgaron en más de una ocasión.
El libro se agotó, así que le siguieron dos más: Juana la futbolista (2021), dedicado al público infantil, y Liberate/Liderate (2022), enfocado plenamente en su faceta de motivadora y lideresa.
Evelina Cabrera tiene 36 años que encierran una carrera de 100.
Como una constante de su vida, no piensa detenerse.
Sigue capacitándose, trabajando en su formación profesional y brindando herramientas para la inclusión en el deporte.
Ese afán por capacitarse la llevó a estudiar recientemente un curso de psicología en la Universidad de Barcelona y a ingresar en uno de liderazgo y persuasión en Harvard. Es difícil establecer un tope para una personalidad que se forjó sin techo, superando episodios complejos que pocos consiguen sortear.
Después de eso, cualquier límite parece menor.
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