Los All Blacks realizan el ritual del haka antes de cada partido. En este canto, grito de guerra y danza, se unen espiritualmente no sólo como equipo, sino con sus ancestros. Además, intimidan al contricante.
No están claro los orígenes del ritual, ni tampoco la definición de la palabra Haka, pero está claro para cada uno que vio -y enfrentó- a los All Blacks el efecto que genera.
Dice algo así:
Tis death! ‘Tis death! (or: I may die) Tis life! Tis life! (or: I may live)
Tis death! Tis death! Tis life! Tis life!
This is the man
Who brought the sun and caused it to shine
A step upward, another step upward!
A step upward, another… the sun shines!
Podría decirse que si un equipo de fútbol, o la Selección Argentina hiciera esto, sería exageración. ¿Pero lo es?
¿Es exageración cuando un boxeador el día del pesaje saca su remera y muestra bíceps, abdominales y estado físico en general?
¿Es exageración cuando Cristiano Ronaldo luce como un modelo de Armani antes, durante, y después del partido, y que si hace un gol, se muestra como un actor digno de Vikings?
El ritual o ceremonia de guerra (Haka),
es un momento de unión intensa del grupo.
La confianza más allá de la palabra. La confianza silenciosa. La confianza que genera un coach con su presencia.
La unión a través de un grito común a través de un himno califica como ritual, como cuando recién terminaba de cantarse y el primero que aplaudía con intensidad, semblante serio era Maradona.
Sería raro ver a los Argentinos bailar un malambo o una chacarera, pero ¿qué pasaría si lo hicieran? ¿Les daría verguenza? ¿Es la verguenza una arista de la inseguridad?
¿Qué pasaría si se entrenaran en la verguenza, es decir, trabajaran sobre esta emoción?
¿Cómo sería ver a Messi gritar ni bien termina el himno, o verlo cantar mirando la cámara que lo atosiga desde tan cerca?
Si los jugadores pueden mirarse en las pantallas gigantes del estadio, quiere decir que pueden utilizar el hecho de ser vistos para fines de motivación.
Pareciera, por ahora, que estos rituales, como el Haka, están reservados para las películas medievales de guerra, donde el líder habla con fortaleza, sobre la importancia de estar unidos, defendiendo lo que los identifica en común, y sabiendo que lo que están por enfrentar es un instante más, puesto que la gloria ya es estar en el campo de batalla, de juego, en la mesa de conferencia, en la mesa de negociación.
¿Qué les pasa a las empresas y organizaciones argentinas que no utilizan coaches, que no utilizan motivadores, que no utilizan médicos, que además de ser médicos, son psquiatras, psicoanalistas?
El mejor maestro de actuación me dijo una vez durante un entrenamiento actoral: si te da verguenza mostrarte concentrado, mostrarte excitado, actualo. Actualo hasta que sientas que la verguenza se diluye en lágrimas.
¿Qué tipo de oportunidad están dejando pasar los equipos argentinos, en el mundial, en las oficinas, y en sus vidas personales, para mejorar su perfomance?
A veces pareciera que la fuerza surge cuando quedan pocos minutos, o cuando se dio un resultado en contra, cuando se perdió un contrato.
¿Por qué esperar a perder para motivarse?
¿Por qué no aprovechar los rituales existentes, cada equipo con el suyo, para poder entrar en estado de pico antes del partido, para evitar que el miedo gobierne, que las emociones obstaculicen el rendimiento?
Dije miedo, sí. Puesto que jugar saben.
El miedo es el 80% de la resolución de un juego, de un negocio. Haka.
Si cualquier argentino contara con cinco minutos para hablarle a Messi y al equipo, ¿Les diría tácticas, o les hablaría desgarradamente desde al alma, al punto de verse su cabeza roja como un tomate, generando taquicardia, y feromonas que se podrían oler en el aire?
Las herramientas están, la decisión de usarlas parece ser una decisión que requiere 20 segundos de coraje: es decir, animarse a pedir la motivación. Sólo eso.
Dr. Santiago Dayenoff, médico, psiquiatra, psicoanalista, actor, instructor de mindfulnes y pilates.