Hace diez años, en las escalinatas del Parque Rivadavia, se empezó a armar El Quinto Escalón, una de las competencias de freestyle del under más importantes de Latinoamérica.
Un pibe de 13 años que acaba de empezar el secundario tiene ganas de rapear.
Conoce algo de la escena underground del freestyle argentino y se convence de hacerla propia.
En marzo de 2012, con sede en las escalinatas del Parque Rivadavia de Caballito, junta algunos amigos y empieza a delinear lo que rápidamente pasaría a llamarse El Quinto Escalón, una de las competencias de freestyle del under más importantes de Latinoamérica.
El Quinto Escalón no fue la primera. Existía el Halabalusa que dirigía Dtoke con otros raperos reconocidos del ambiente.
La competencia era en Claypole y eso ya implicaba una dificultad mayor para Alejo, que era un adolescente y vivía en Caballito.
También existía Las Vegas, otra competencia que formaba parte del circuito under en donde se medían los mejores competidores de Buenos Aires.
Pero Alejo necesitaba algo propio. Y El Quinto fue suyo hasta que lo trascendió todo.
En la segunda fecha de El Quinto Escalón ya no fueron sólo un pibe de 13 y sus amigos: el boca-en-boca había logrado convocar a más de 15 competidores.
Entre ellos estaba Muphasa, quien sería la mano derecha de Alejo durante los años que duró El Quinto.
La incorporación de Muphasa a la competencia fue clave en términos de comunicación: se propuso crear una voz, empezar a darle forma a la identidad de El Quinto, subir videos a YouTube, armar un discurso que contenga todo y a todos los que hacían la compe.
La explosión que llevó a la competencia a ser masiva no tuvo que ver solamente con el boca en boca, con un entramado de redes que recién estaban surgiendo y funcionaron como herramientas claves para su crecimiento pero, además, con haber contado con la presencia de alguien que supo usarlas a su favor.
El canal de YouTube de El Quinto Escalón está inactivo desde hace 4 años y todavía tiene 2,81 millones de suscriptores.
En los tiempos de actividad, El Quinto había podido superar en cantidad a los suscriptores del canal de Red Bull Batalla de los Gallos, la competencia internacional de freestyle más importante que existe.
Con el ingreso de Muphasa, El Quinto Escalón pasaba a ser algo de dos: Alejo el creador; Muphasa su mano derecha.
“Para mí nos conectó el amor. Los que se destacaron ahí era gente que amaba hacer eso, a ninguno lo acomodamos”, dijo Alejo.
Es que participar u organizar la competencia todavía no les daba plata ni les daba reconocimiento. Sólo el placer de ir a rapear y encontrarse con un montón de otros pibes que compartían las mismas ganas.
De a poco empezaron a llegar a la competencia nombres reconocidos del circuito.
Algunos venían del norte, otros del oeste y muchos del sur.
Alejo logró que en esa competencia legendaria de Claypole se hablara de El Quinto Escalón. Los competidores más importantes de la escena pasaban por Caballito para medirse con una generación de pibes de la nueva escuela.
A mediados de 2014, con 2 años encima, El Quinto Escalón ya tenía entre 20 mil y 30 mil visualizaciones en cada video. Sin embargo, era un fenómeno que avanzaba con la rapidez que sólo habilitan las redes.
Para junio de 2015, el promedio de visualizaciones escaló a 100 mil.
Entonces El Quinto Escalón se empezó a convertir en un trabajo para Alejo y para Muphasa.
Pero también lo sería más tarde para una generación de pibes –hombres– que empezaron a llenar estadios internacionales. El Quinto fue una cuna de talentos, un lugar de expresión, de encuentro entre amigos. Un semillero.
En el año 2016, el lugar empezó a quedar chico: entre fecha y fecha se sumaba una cantidad de gente que obligaba a tener una capacidad de logística y organización que iba mucho más allá de lo que unos pibes de 15 o 16 años podían hacer. Sin embargo, la competencia resistía, siempre en el Parque Rivadavia: pasaron de las escalinatas a un cuadrilátero construído a fuerza de árboles, y por último al escenario de las que fueron las batallas más virales de El Quinto, el anfiteatro.
Para ese momento, la competencia ya hablaba con una voz propia. Esa voz con la que había soñado Muphasa y en la que tanto había trabajado: convocaban por Instagram y por Facebook; más tarde, subían los videos de todas las batallas a YouTube, con una estética ojo-de-pez que permitía ver a los competidores -siempre hombres- y al auditorio inmenso que los rodeaba. El traslado al anfiteatro empezaba a resultar la clave del éxito:
Parecía el Coliseo del under.
Durante los 5 años que duró El Quinto y en conjunto con el gran crecimiento de la escena, empezaron a aparecer nombres que tenían un eco propio.
“Si no hubiese existido El Quinto Escalón yo no estaría acá”, dice Juancín, el primer y único jurado estable de la competencia.
Lo dice Juancín pero podrían decirlo:
Duki
Paulo Londra
Wos
Trueno
YSY A
Lit Killah
Tiago PZK
Acru
Ecko
Y otros.
En El Quinto se juntaban todos los nombres que hoy, en gran parte gracias a esa competencia, arman el line up nacional de un Lollapalooza.
Incluso sin el diario de hoy, todos querían medirse con ellos, con los mejores.
Lo único que la competencia nunca tuvo fue raperas:
en algunas fechas hubo mujeres tirando rimas, pero ninguna tuvo el alcance que tuvieron los pibes. La más destacada, fue la participación de Dakillah.
Todavía había discusiones que dar en la cultura en general y en el freestyle en particular: desde el contenido de las rimas hasta la participación de las mujeres. Todo estaba en el punto cero.
Sin embargo lo que también forjó la competencia fue un entramado de amistades y respetos mutuos que más tarde los artistas llevarían a la escena del trap, en donde también se incluirían, poco a poco, las mujeres.
Algunos competidores les bailaban las rimas a sus rivales, casi como aplaudiendo su flow. Es el caso de Paulo Londra cuando, en una de las batallas más icónicas, se enfrentó a Duki. Se los ve disfrutar los punchlines de los rivales como si fueran los propios. Porque al final eran amigos, porque amaban lo que hacían; porque, en última instancia, que El Quinto se hiciera viral los hacía virales a todos.
Muchos competidores llegaron al Quinto con la intención de salir por el lado de la música, algunos entraron a partir de las rimas y más tarde descubrieron los estudios de grabación.
Pero la gran mayoría aprovechó la masividad que les dio la competencia para ser más que sólo competidores famosos: artistas, productores, jurados.
El Quinto se fue profesionalizando a la par del crecimiento de un conjunto de adolescentes.
Aprendieron a laburar a los 13, 14, 15. Nunca pensaron en cobrar entradas, más bien armaron un espectáculo para todo el público, domingo por medio. Un show de rimas.
En 2016 tuvo lugar una jornada especial, la única en la cual le cobraron a los competidores por inscribirse. Era una fecha a beneficio de Acru, alguien que venía pisando fuerte en el circuito y estaba pasando un momento duro a nivel familiar:
El papá de Acru tenía que hacerse una operación para la que venía juntando plata desde hacía mucho tiempo. Entonces entraron a robar a su casa y se quedaron en 0.
Desde la organización del Quinto Escalón deciden aprovechar la visibilidad de la competencia para hacer una jornada solidaria en la que toda la plata recaudada sería para Acru y su familia.
El tucumano, Agustín Cruz, emocionado frente al auditorio dijo “está bueno que esta unión nos sirva para crecer como cultura sin necesidad de que haya ningún robo”. Y agradeció para siempre, en cada canción:
Lo hice por amor, un acto de lealtad
Sacrificio y honor, el hip hop cambió my life
En 2017, El Quinto Escalón ya tenía el respeto de la escena Latinoamericana. Los pibes que rapeaban en la plaza empezaban a escribir sus temas. En septiembre el canal de YouTube llega al millón de suscriptores, evidenciando su crecimiento exponencial.
En la plaza las personas empiezan a ser más de 3000: la competencia está en su mejor momento. Pero los competidores y en particular la cabeza del equipo, Alejo, empezaban a poner la atención en otro lado.
Ya me cansé de competir hoy en día
le perdí el gusto a la compe y le agarré a la melodía
Alejo empezó a volcarse al trap. Además, a medida que El quinto crecía, las responsabilidades eran mayores y el vínculo entre Alejo y Muphasa empezaba a tensarse. Años más tarde Muphasa reconoció haber detectado “ una falta de compromiso crónica con el proyecto”.
Hasta que juntos, dos pibes de menos de 20, tomaron la decisión de darle cierre a lo que había sido el proyecto más exitoso de sus vidas. En noviembre de 2017, la competencia se despidió llenando el Malvinas Argentinas. Todo organizado por los mismos de siempre, con los recursos y herramientas que habían cultivado siendo sólo adolescentes.
Justo cuando explotaban las visualizaciones en YouTube y batallar en la compe de la plaza subía a cualquier pibe de barrio a las grandes ligas, cuando todos se peleaban por un lugar para medirse con los mejores. Justo.
El Quinto Escalón no fue la primera competencia de freestyle de plaza. No fue la primera pero a la distancia pareció ser la única.
Nos dio una historia de años que terminó en su momento más alto.
Tuvo más de 35 fechas. Alejo, que arrancó siendo un adolescente de 13 años, se despidió de EQE cuando ya estaba a punto de ser mayor de edad.
El Quinto transformó historias y lógicas; fue testigo del tiempo y las cosas que les pasaban a los competidores.
Les dio a los pibes una comunidad, amigos, profesionalismo, experiencias. Fama. Alcance.
Cumple 10 años El Quinto Escalón, uno de los grandes productores de lo que hoy llamamos trap.
___
Por Agustina Gálvez para La Agenda https://laagenda.buenosaires.gob.ar/contenido/12844-el-coliseo-del-under
Agustina Gálvez Nació en Buenos Aires en 1999. Vive en Villa Pueyrredón con se perro que se llama Ciro por Los Persas. Estudia Comunicación Social en la UBA. En Instagram es https://twitter.com/AguusGalvez @AguusGalvez