Asomó al escenario con hombros encogidos, sus trenzas mexicanas y una sonrisa de gratitud; como si aún la inhibiera estar frente a una de las salas más grandes de Buenos Aires, a 16 años de su primer disco.
Lento, se coloca su guitarra, Gabriel Merlino la espera con las primera notas de su bandoneón. Luego de haberlo interpretado en los escenarios de los Oscars, “Recuérdame” nos eriza la piel y remonta a esas escenas coloridas de animación, de la emotiva “Coco”, el último gran éxito de Walt Disney Records.
“Buenos Aires me ha visto contenta, caída, con el corazón roto…” emocionada cuenta sobre las veces que la ciudad la recibió, y ante tantos aplausos comienza: “Mexicana hermosa, no te pongas triste solo mira el cielo». Así abre Musas, seguido por “Tu me acostumbraste” de Chavela Vargas. Entra la banda y continúan con “Soledad y el mar” compuesta junto a David Aguilar, “Que he sacado con quererte” el folclore chileno de Violeta Parra.
De pronto, interrumpen las melodías los rasgueos de “Hasta la raíz”, con un aporte de guitarra eléctrica que le agrega un ritmo más rockero. Ella fresca, baila, inquieta por el escenario, mira a sus músicos. Los aplausos no se detienen y el Gran Rex corea “no habrá manera mi rayo de luna que tu te vayas”. Un groove de reggae marca la batería de “Lo que construimos” con un solo de trompeta que se gana los aplausos.
En ocasiones Nati comparte los mal de amores, que a pesar del dolor, en su vida han sido fuentes de inspiración de letras hermosas, como “Ya no te puedo querer” “Nunca es suficiente” y “No más llorar”.
Nati pide coros para acompañarla en las teclas de “Amor de mis amores”, una romántica pieza de Agustín Lara, otro mexicano que la ha inspirado en su trayectoria.
“Amarte duele” del primer disco, “Casa” de la etapa de Natalia y La Forquetina y el hit “En el 2000” fueron el revival de la noche, que nos trasladaron a la etapa pop, que años más tarde giraría hacia su estilo musical más genuino, encontrando inspiración de iconos de la música Latinoamericana.
«Mi lugar favorito» impuso la fiesta. En la primera fila del teatro no aguantaron las ganas de bailar, y al escenario subieron invitados del público a mover el cuerpo junto a Natalia, hasta que la banda fue desacelerando el ritmo y todos allá arriba se recostaron sobre las tablas. Tal vez esa era una manera de manifestar que es el lugar favorito de todos los músicos que, entre risas y miradas transmitían el disfrute por lo que estaban haciendo.
Las luces bajan y vuelve a escena el bandoneonista. El público se niega a que acabe el show, si es que eso significan las luces bajas. «No se ha acabado el show. Si estamos terminando la gira, nos falta Chile, Toronto y bajar en bus todos juntos hasta México. Es por eso que me doy el gusto de tener a este músico». Expresa el gusto que se había dado al tener a dicho músico con ella, al que entre risas confiesa haber stalkeado antes. Caetano Veloso se hace presente en “Cucurrucu paloma”, pero la sorpresa llegaría al siguiente tema: «mientras Gabriel hace la intro voy a ver si encuentro a un amigo». Desaparece de escena. Regresa tomada de la mano. Sombrero de ala ancha y el estilo que lo caracteriza; Abel Pintos se mete en la piel de “La Llorona», el clásico de Chavela Vargas que te estruja con fuerza el corazón y en una composición agita decenas de emociones.
Vuelve la banda. El ritmo nos invita a movernos en el asiento en una combinación de son caribeño y folclore con “Duerme negrito”, autoría de nuestro maestro Atahualpa Yupanqui. Sigue el vals “Tus ojitos” con pinceladas de chacareras. El romanticismo de “Soy lo prohibido” un bolero al que los vientos le aportan la sensualidad: “se siente delicioso cantar esta música”.
“Danza de Gardenias”. “Nos vamos pal’ campo” invita Nati en “Mi tierra Veracruzana” y acompañamos con las palmas. Regresa Agustín Lara en “Te vi pasar”.
“El show está planeado para que en esta parte se paren y bailen” y era lo que estábamos esperando. Quince segundos lleva a toda la sala pararse y bailar “Tú si sabes quererme”.
Volvemos hacia atrás en la discografía; “¿Por qué será? Si no lo tienes, más lo quieres…” dice la letra de “Ella es bonita” del disco “Hu hu hu” y confiesa que la compuso a una chica que “robó” a su novio.
Llega el momento de irnos despidiendo de este gran show: “ellos son mi jet privado” presenta a su banda.
“Soy Natalia Lafourcade. Muchas gracias”
El público no la dejaría ir tan fácilmente. Pasaban los minutos, nadie se movía de la sala. Las luces encendidas. El amor y el cariño de la gente fue expresado en ese modo argento de pedir una más. Imposible no hacer el intento de oírla una vez más. “Acuérdate de Acapulco, de aquella noche, María Bonita, María de mi alma”
Fotos: Agustina Angel.