Cuando Messi hizo el calco del Gol soñado de Maradona, yo estaba en la tribuna del Camp Nou.
Llamé de un teléfono público a mi papá para avisarle del gol.
Eran 5 horas más temprano en Buenos Aires.
Le dije que estuviese atento al resumen de los goles, y que “Messi hizo un gol igual al de Maradona”.
Recuerdo el entusiasmo de mi papá al escucharme la voz, y la noticia.
Yo estaba viviendo en Barcelona y me di cuenta después de cortar el teléfono que hacía mucho que no lo llamaba.
Sentí angustia. Lo extrañaba mucho.
Recordé cuando en 1996 en la cancha de Español vimos el ascenso a Primera División de Argentinos Juniors junto a mi hermano. Vi a mi papá llorar de emoción.
Fue la única vez que lo había visto llorar por algo lindo.
En el país el prejuicio y las comparaciones, el país de Gardel y Maradona, ha sabido tejer con paciencia cada uno de los puntos que componen su poderosa capa de superhéroe y estoy convencido que la gran mayoría de esa capa está compuesta por humildad, por pasión por trabajo duro por amor al deporte y a la disciplina.
También estoy seguro que esa capa está gestada por el amor de su padre de su madre, de sus entrenadores de sus hermanos de sus compañeros y su experiencia de sus frustraciones.
La frustración son nudos muy importantes y sólidos en esa capa de superhéroe, esa capa de superhéroe que llamo autoestima: estima por uno mismo.
La percepción correcta por uno mismo, la foto fidedigna que muestra cómo nos sentimos más allá de las críticas.
El modo en que uno reconoce en sí mismo lo que verdaderamente es, conforma el tesoro de la experiencia que cada uno conoce de si mismo.
Las personas son celebradas en público por lo que hicieron muchísimas horas en privado.
Cuando alguien es adorado mundialmente evidencia que no solo es su habilidad lo que permite el amor y el fanatismo sino una voluntad intachable, unas ganas de mejorar permanentes, que son en una buena definición de disciplina y de amor propio.
Es de las pocas personas, que no está envuelto en conflictos público ni sociales.
Ese aspecto, en particular en 2022 es una de las razones fundamentales por la que yo creo que él es un ídolo.
Una persona que va a su casa y disfruta de estar en familia.
Que puede estar con distintas camisetas y generar pasión en cualquier estadio de cualquier país.
Todos queremos sacarnos una foto con él: árbitro, jueces de línea contrincantes. Todos queremos un poco de Messi todos tenemos algo de Messi.
Y todos queremos, más allá de ser argentinos, ver disfrutar a Messi de levantar la copa del mundo.
Cuando un pueblo se une en que una persona alcance un deseo, sucede una magia especial, que trasciende la voluntad personal, y que se hace fuerza por el otro.
En su humildad, en una timidez que se disuelve con sonrisas que nos hacen más felices que sus goles, en el orgullo que este ídolo esté vivo, nos encontramos todos, nos identificamos. Lo disfrutamos porque nos da más que goles, nos da esperanza.
Es por qué nos cuenta que las historias de ídolos como Maradona se continúan, se mejoran. Nos dice que todos los seres humanos podemos alcanzar lo que parece imposible.
Cuando Messi confiesa que creció odiando perder, parece imposible de comprender cómo entonces logró obtener siete balones de oro.
Intentar lo imposible parece haber dotado a Messi de una conciencia en la que todo aquello es posible está entonces a su alcance.
Descartado lo imposible, lo que resta, aunque difícil, tiene que intentar ser.
Esta última oración modificada de Sherlock Holmes, funciona como modo de resolver los misterios del alma humana. La frustración parece ser el mejor equivalente a odiar.
¿Cómo es posible que una persona odiando perder sea tan triunfador en la disciplina y el deporte?
Pregunta para poder invertirlas: ¿cómo es posible que tanta gente no lo logre? Si uno puede todos puede audición en contextos diferentes, y justamente la diferencia reside en la capacidad de cada uno.
«Si tienes un cuerpo sos un atleta»
Mejorar honra más que repetir.
Superar no es pecado.
Messi se anima a superar.
A superarse.
Messi que su sonrisa pícara se ve reflejada en la picardía y la audacia de sus gambetas en que pareciera que nunca están terminadas las ganas de ganar.
Messi, que camina y no corre, que no se apura, porque es inteligente, porque aprende a serenar las pasiones al ver a sus hijos, porque aprende de sus hijos, porque no le tiene miedo a nadie.
Messi un hombre de carne huesos como todos nosotros, un espejo ideal en el cual podemos vernos reflejados los mejores aspectos nuestros.