Enrique Campos no es un intérprete tanguero cualquiera. A pesar de sus influencias clásicas gardelianas y goyenescas existe en su performance una amalgamación con el punk y el camp que él relaciona con la viceralidad entre esos géneros. Autor de seis libros de poesía, logró cautivar al mundo del tango desde su particular impronta.
¿Cómo empezó tu carrera artística? ¿Cuál fue tu primer contacto con el tango?
Desde muy chico que hago cosas relacionadas con lo artístico, especialmente con lo teatral y musical, por lo que me cuesta imaginar un momento en donde haya empezado mi carrera artística. Siempre lo hice y lo sigo haciendo, desde un lugar lúdico, y más que nada desde un lugar interpretativo. El tango aparece como un vehículo para poder expresarme desde un lugar más histriónico a la hora de cantar, sin la necesidad de tener que escribir mis propias canciones. No se escuchaba tango en mi casa, lo descubrí de grande, y eso me permitió tomarlo con menos reverencia y acercarme con más autenticidad e inocencia.
¿Cuáles son tus influencias interpretativas?
Mis influencias en el tango son muy variadas, desde Gardel a la Fernández Fierro, pasando por Goyeneche. Me gustan los intérpretes que siento que lo dan todo, que se expresan como saltando sin red. No me interesa tanto la prolijidad o el virtuosismo per se, sino hay algo emocional muy palpable poniéndose en juego, no me conmueve. También siento que mis influencias son de otros géneros, desde el folclore, hasta el rock y el pop. Soy cero purista en ese sentido, creo que en el fondo, todos hablamos de lo mismo, y lo que me importa es que se exprese con verdad.
¿Qué criterio utilizas para elegir los temas?
Me tiene que interesar la historia que cuenta. No podría cantar un tema sólo por la melodía si lo que dice la letra no me genera nada. Y por otro lado, intento hacer temas en donde sienta que puedo aportar algo nuevo, algo mío. Me gusta poder apropiarme de los temas y cantarlos desde mi propia emoción, y no tratar de imitar o seguir replicando tal o cual versión.
¿Cuáles son tus tangos favoritos?
Me gustan muchos tangos, pero no tengo favoritos, van cambiando. Encuentro un tango nuevo y es como empezar a salir con un chico nuevo, y los anteriores como que desaparecen. Me queda un cariño especial por alguno que otro porque me gustó el arreglo que le hicimos, o porque un vez salió muy bien en tal o cual show, pero no es favoritismo sino que son sólo lindos recuerdos.
¿Cómo sentís que se conecta la estética punk con el tango?
Conecta con lo punk por lo visceral, por lo crudo de las historias, por lo marginal de su origen y su concepción, y por la fuerza de las melodías. El tango no es un género amable, como el bolero, por ejemplo, es mucho menos racional. Por eso no me genera mucho quienes lo interpretan desde la reverencia, como quien cantara un standard de jazz. Son temas compuestos en estados alterados de crudeza, que hablan de historias vividas a flor de piel. No entiendo quién puede pensar que eso tiene una estética de trajecito con moño y gomina. Es punk, pero es también cumbia villera. Es de bajofondo, de traiciones, de romances truncos y prohibidos, de muerte. Desde ahí se interpreta. El resto es para turistas en un crucero.
¿Cuál es tu opinión sobre el machismo en el tango?
Es algo que está muy presente. El machismo en la Argentina está muy presente. Igual me parece que al igual que en el resto de los ámbitos, hoy en día esto está cambiando. Hay más mujeres que hacen tango y eso ha oxigenado el género enormemente y le ha dado una nueva perspectiva. Pero hasta hace demasiado poco, era un género muy ligado a lo masculino, a un misogismo agresivo y descalificante, a la violencia y a la discriminación de todo aquello que no pertenecía al espectro de lo heteronormativo. Como pibe gay, no creo que el ambiente del tango me hubiera recibido muy cariñosamente hace no muchos años.
Tenés varios libros de poesía, ¿Qué te llevó a escribirlos?
Empecé a escribir poesía de adolescente. No había leído mucho tampoco. Y en esa época de ebullición hormonal, la poesía me permitió expresarme de una manera menos lineal, más en sintonía con la rebeldía y la impulsividad propia de lo que me pasaba en esa época. Y a partir de ahí, continué usándola como un medio bastante intuitivo de expresión. Es muy extraño lo que genera la poesía cuando uno la deja. Y una vez que pasa, no hay vuelta atrás.
¿Qué significa estar “Roto”?
Me gusta pensar que “estar roto” es algo desprovisto de negatividad, como un estado incompleto, que genera una necesidad por sanar, o por evolucionar, en consecuencia de esa sensación medio incomoda. Yo asocio mucho esa sensación con la soledad; con esa soledad profunda que no tiene que ver con estar o no solos. Me gusta la idea de que estamos todos rotos de alguna forma, y que esta vida es, básicamente, un camino asintótico en búsqueda de “eso” que no conocemos, y que nos falta.
¿Qué sentiste al trabajar con María Graña?
Fue una experiencia única, jamás pensamos que iba a aceptar. Pero lo hizo. Hablamos de los arreglos, nos pidió que le mandemos una grabación de un ensayo, y con eso ya estaba. Vino el segundo día que estábamos grabando, lo pasamos una vez, y los grabamos en una sola toma. Fue increíble verla cantar de tan cerca, la emocionalidad musical que maneja es impresionante. No existe nadie igual a ella hoy en día. Fue una experiencia que nos conmovió mucho a todos.
“Roto” fue nominado como “Mejor álbum artista masculino de Tango”, ¿Cómo vivís ese reconocimiento?
Es una locura. Uno intenta hacer las cosas por la música en sí, por la posibilidad de expresarse, y en mi caso, la necesidad de tener una grabación seria para que me abra mayores posibilidades de crecimiento. Y de golpe, un reconocimiento como esta nominación ayuda mucho en esa misma dirección. No es sólo un mimo al ego, sino también una llave para abrir más puertas, y tener así más oportunidades de crecer.
¿Consideras que con la nominación podés llegar a ser considerado entre “los tangueros de ley”?
La verdad que no. Por alguna razón siento que esa consideración viene acompañada de un cierto olorcito a pasado que no tiene que ver conmigo. Mi búsqueda siempre fue y sigue siendo la de encontrar mi propio sonido y mi propio lenguaje escénico. Además, mi propia historia personal no va con ese perfil, así que soy bastante consciente de que mi relación con el tango va a ser siempre un poquito desde afuera, y lo acepto feliz.
¿Cuáles son tus planes a futuro?
Voy a seguir presentando “Roto”, intentando hacer cada día un mejor show, y a la vez, buscando afinar cada vez más mi identidad artística. En la segunda mitad de año sale también mi séptimo libro de poesía, por lo que estaré con eso. Después no tengo mucho plan concreto. Me gustaría ir encarando lentamente un segundo disco un poco más ecléctico, y seguir encontrando y/o generando proyectos musicales y audiovisuales que me entusiasmen.
¿Podrías adelantar algo de tu próxima novela?
Sería mi primera novela, mi libros anteriores fueron todos de poesía; y será una especie de novelita corta, medio autobiográfica, sobre un chico gay de alrededor de treinta años, que estando de viaje solo, decide visitar al primer pibe con el que estuvo, más de diez años atrás.
Fotos: Cortesía prensa.